domingo, enero 14, 2007

Canto de la negra

Vi pasar tu pelo negro entre mis huesos
y mi alma se estremeció a primera vista:
el antes y después se me confundieron
como las aguas de un inesperado tsunami;
y ahí estaba yo, ahí estabas tú,
estábamos los que siempre hemos sido,
el recuerdo infinito de una guitarra
y tu interminable sonrisa pura
como ángel mundano que busca paz celestial
entre las caricias que no me has dado
pero que a cada rato pensamos y sentimos y soñamos.

Todo mi cuerpo sintió que llegabas
y entonces mis estrellas tuvieron sentido,
supe para qué la luna había salido a medias:
nosotros debíamos completarla a besos.
Te vi pasar, llegar y permanecer entre mis nervios
y entonces ya no hicieron falta los chocolates,
la blancura de tu espectro había vuelto
y nada perturbaría mi idilio.
Al fin de cuentas te vi pasar y quedarte

y tocar las cuerdas de mi ánima solitaria.
Desde entonces la negra noche no es tal:
la luna sale todos mis fríos nocturnos.

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