martes, septiembre 19, 2006

Septiembre y tú

Septiembre se me acercó un día para encontrarte,
para enterarme de una vez por todas que estás,
que siempre estuviste ahí detrás de mi destino,
escondido en una voz que me buscaba sin saberlo,
sin recordar tan sólo una imagen cierta de mí;
y sin más, te dije:
“Septiembre tiene de patrio lo que tengo de tus besos,
tiene de rebelde lo que yo tengo de tus amores,
tiene de héroes lo que tengo de tus instintos
y antes de este mes no supe cuánto extraña uno alguien
ni cuánto se añora llegar a julios para conocer agostos
y volverlos septiembres repletos de te extraños.
Te he dicho que las lunas de este casi otoño se parecen a ti,
que cada cielo nocturno me recuerda tu mirada llena de luz,
y sabes también que fuera de ti no hay nada en mis meses,
en mis semanas o en mis días tan eternos por tu ausencia;
lo que no te he dicho es que septiembre me suspiró al oído un secreto
y me suplicó casi de rodillas que mi alma no te lo dijera,
así que no diré jamás que has quedado atrapado en el verano de mi cuerpo,
tú no debes saberlo ni aunque el melancólico otoño lo señale,
porque hay secretos que son sagrados y éste es uno de ésos…
simplemente mi alma nunca escribirá la verdad”.

Te dije eso y tú, tan septiembrerino como siempre, añoraste ese agosto
porque no ha habido otro igual,
ninguno ha hecho temblar el ángel de tu independencia,
ninguno ha trastornado los condominios de tu materia,
ninguno ha destruido y construido los edificios de tu ánima
tal cual Jesucristo y sus maravillosos templos.
Te dije eso y septiembre volvió a encontrarte
tan sólo para recordarme que estás ahí como estigma de mis horas,
como señal certera de que agosto existió un día y se volvió tú
para no dejarme huir de la voz de tus caricias eternamente.

No hay comentarios.: