Hoy seré la maldición eterna de tus días,
me volveré indeleble en tus recuerdos
y no habrá más lluvia que valga.
Desde hoy tendré para siempre
la bendición sublime de tus caricias,
el conjuro infinito de tus besos,
y la nostalgia absurda del mañana.
Desde hoy todo se transforma
para parecerse a ti y a mí,
a lo que el destino nos depare
cuando esta maldición sea bendita,
tan sagrada que ya nada pueda separarnos.
martes, agosto 15, 2006
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