Todos mis días huelen a ti,
a tu espacio, a tu tiempo,
a tu esencia de lluvia nocturna,
a tu sonido oscuro,
a la emoción de tus latidos.
Toda yo huelo a ti,
no percibo ya más aroma que el de tus ojos,
el de tu sombra despierta a mitad de la noche
gritándome tus besos,
recordándome tus versos.
Y ése es tu olor...
Tan tuyo y eterno,
tan mío, quizás.
jueves, agosto 24, 2006
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